Tras leer la famosa obra de Mary Shelley y contrastar con la película, concretamente con la de 1931, sólo me queda hacer justicia a uno de los seres literarios más famosos y sin embargo, peor adaptados. No estoy diciendo que la película sea mala, simplemente estoy tratando de matizar que como adaptación (si es que trataba de serlo) es francamente un insulto a la destreza de la escritora.
Si bien, la película no sigue en absoluto la estructura marco de la novela, tampoco sigue la línea argumentativa de la misma. Ni siquiera los personajes son una sombra de lo descrito en la obra. Para empezar, no entiendo el cambio de nombre del Doctor Víctor Frankenstein por el de Henry, amigo del protagonista. Tampoco llego a vislumbrar cuál era la intención del director al darle tal absoluto protagonismo al padre y la prometida del doctor, restándole verdadera importancia del propio monstruo. Elizabeth, la prometida, sigue el patrón de mujer pasiva que caracteriza a todas las mujeres dentro de la novela. En ella, simplemente se sienta a aguardar su destino, bien sea esperar el regreso de Frankenstein o bien toparse con la muerte ante sus propias narices. Sin embargo, en la película podemos ver todo lo contrario; una mujer que sale a buscar a su futuro marido en lugar de sentarse a esperarle en el diván. Frankenstein padre capta la atención en la película por tener un carácter fuerte y añadir cierto toque cómico a la misma, pero realmente, en el libro es tan sólo una pincelada, un personaje secundario que cumple su función como tal.
Pero me voy a centrar en el peor perjudicado de todos: la criatura. El monstruo es retratado en el film casi como un animal salvaje y asustadizo, incapaz de razonar. A veces, se comporta como un niño que trata de descubrir el nuevo mundo que se le abre sin manual de instrucciones, algo que se puede ver perfectamente en la escena con la niña Mary. Pero, ¿es realmente el monstruo un incapaz agresor y una instintiva criatura?
Es por esto y no por otra cosa por la que me sentí terriblemente conmovida por este personaje. Es tan fácil ponerse en su lugar y llegar a comprender la sensibilidad que tiene hacia los detalles de un mundo que acaba de abrir sus puertas a un elemento hostil. Un elemento que debe luchar contra prejuicios. Un elemento que, a pesar de sus intentos de supervivencia, se verá obligado a vagar errante por la tierra con la inmensa carga de ser un defecto de su creador.
Por mucho que se quiera poner la historia de Frankenstein como una de terror, siempre será uno de los dramas más brutales jamás escritos. Yo creo que la mejor adaptación de las que he visto hasta ahora es la de Kenneth Brannagh, Frankenstein de Mary Shelley, vaya. Un saludo, muy buena entrada :)
ResponderEliminarQuizá en la época si que cumplía cierto patrón de terror, pero ni de lejos se parece a la visión que tenemos hoy en día de la novela de Mary Shelley.
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