domingo, 14 de octubre de 2012

En presencia de un extraño



Una casa en medio de grandes edificios y que grita en silencio en medio de la ciudad abre sus entrañas a través de una ventana que da a una estrecha calle. Por ella, se escapa el humo de un cigarro encendido en un sombrío despacho, cubierto de papeles y tinta negra por doquier. La oscuridad da tregua a la vista y deja entrever la silueta de una máquina de escribir junto a un viejo contestador cuya cinta comienza a ponerse en marcha. No hay nadie allí que pueda ver ni oír nada. El pitido da la señal y se oye la voz de una mujer:

" Llevo días sin verte y sin escuchar tu voz. No quiero más mensajes escritos, llámame y dime por favor que le darás una oportunidad a mis oídos de volver a escucharte."

No hay nombres, son extraños anónimos. Tampoco un saludo de introducción, propio de aquellos que se conocen tanto que no necesitan fórmulas de cortesía y van directos al grano. En alguna parte del mundo, hay una mujer desesperada tras el teléfono. Y los mensajes, como los días se van sucediendo:

"La angustia está dejando paso al miedo.No recibo respuestas, no recibo señales. Este mundo está muerto sin ti. Querido, no te esfumes como el humo. Al menos, no te esfumes sin mí. Te acompañaré hasta el fin"

El tiempo borra las huellas de vida, el silencio las del sonido y un frío velo va secando el rastro de tinta sobre los papeles. Pero alguien no se da por vencido, alguien en ese mundo aparte de ahí fuera, sigue esperando una respuesta que los meses le han negado:

"No me gustan las despedidas y no aceptaré una tuya. Mi mundo se ha hecho pedazos, releo tus cartas tantas veces que las lágrimas han borrado tus palabras del papel. No hay ni una sombra de ti sobre esta ciudad, pero sé en el fondo de mi corazón que no huirás sin responderme. Eso no sería propio de ti, y no esperarte tampoco de mí. Seguiré aquí por los dos"

Los relojes de aquella casa han dejado de latir y sus campanadas ya no se oyen ni en el inframundo. Dos cigarrillos encendidos sobre el cenicero hacen su función de incienso y llenan la casa del humo familiar del principio.La silla mira a la ventana esperando lo que sabe que va a ocurrir. Un último mensaje acude al viejo contestador, que poco a poco se queda sin cinta:

"Es curioso como hoy me pareció verte y ya casi te diría que te veo en la cara de cada persona. Mi habitación se hace pequeña para una persona y añora a otra que no está aquí. Lo conseguiste, me di por vencida. No tanto por ti como por mí, o quizá fue por los dos. Por mucho que no quiera, volveré a verte. No en persona, por supuesto, pero sí en cada ventana, en cada calle, en cada mirada que se cruce con la mía en alguna parte. En alguna parte donde yo ya no esté. Mucha suerte, querido, allá donde te encuentres"

El último pitido es el grito sordo de alguien sin presencia. Uno de los cigarrillos se tambalea y cae sobre el reguero, ya seco, de tinta. El humo se hace denso y comienzan a brotar pequeñas llamas que consumen todo a su paso. En menos de unos minutos, el fuego se ha extendido, borrando la presencia de alguien, si es que alguna vez la hubo.



viernes, 12 de octubre de 2012

Hablando del amor



A veces, creemos saber cosas que no sabemos y otras veces no sabemos cosas hasta que otra persona nos dice que las sabemos.

martes, 9 de octubre de 2012



Tú me das las alas y haces que volar sea alcanzable. El cielo ahora es necesario, cabe en la palma de mi mano y me abraza el viento en su letanía. Quisiera ser parte de una historia que no tiene final. Quisiera que en ese no - final, sólo estuvieras tú. Y de todas las cosas que pudiese querer, quisiera mis alas me llevasen a un no-final junto a ti.

jueves, 4 de octubre de 2012



Creo en los silencios cómodos, los cafés por la mañana,las noches eternas. Creo en disfrutar la soledad, pasear por tu destino, tener siempre objetivos nuevos. Creo en las buenas personas, los largos viajes, en perderse y encontrarse. Creo en las buenas intenciones, las ganas de hacer algo, improvisar tu vida sobre la marcha. Creo que no existen límites, que las fronteras son un espejismo, que los países son sólo tierra. Creo en probar los distintos sabores, ver los distintos colores, soñar la vida desde diferentes perspetivas. Creo en sentir, disfrutar, llorar cuando te apetece, gritar cuando no puedas más. Creo en no dejarte censurar nunca, en ser incontrolable como el aire, en no tenerle miedo a nada, ni a nadie.

miércoles, 3 de octubre de 2012

"Reality is for people who lack imagination"



Me gusta escuchar a la gente hablar de algo que le apasiona mucho. Y me gusta, además, cuando esa pasión es compartida. Cualquier clase puede ser más amena o más aburrida dependiendo del arrastre descorazonado que el profesor predique en ella. La clase de literatura, en lo poco que he podido juzgarla, me parece preciosa. Dejando a un lado mi profundo amor por este arte, el profesor consigue trasladarla a otros mundos. Por citarle (traducido en español) lo que dijo en clase:
"El lenguaje es cómo caminar, cuando empiezas a hacerlo es con el objetivo de llegar a alguna parte. Sin embargo, la literatura es cómo bailar, puedes ir de un lado para el otro, saltar, dar vueltas y ser creativo, pero sin tener que llegar a ningún lugar en concreto"
No me gustaría que este blog se convirtiera en un diario personal, nunca he llegado a acabar ninguno. Siempre lo dejaba porque pensaba que mi vida no era lo suficientemente interesante como para ser conocida. Pero, algunas veces, conoces a gente que tiene mucho que decir y poca es la gente que quiere escuchar. Y para estas cosas se crearon los libros, la literatura, el arte, la música. Todas ellas inventadas para liberar la mente de las imagenes que nos creamos. Y siendo sincera, yo la prefiero sobre todas las cosas. "La realidad es para la gente que carece de imaginación" leí no hace mucho en una de esas imágenes que te encuentras casualmente por Internet. Es así como yo lo veo, es así como quiero seguir viviendo. Nadie puede perturbar tu mente, franquear las fronteras. El único arquitecto de ella eres tú, lejos de cualquier contaminación del mundo al que llamamos "realidad". Muchas veces soportamos lo que hay ahí fuera porque tenemos lo que hay aquí dentro. Y sin más pretensiones, ese es el concepto,la recomendación que yo le daría a todas las personas: Creo en la belleza de las cosas y creo en la magnitud del pensamiento.


lunes, 1 de octubre de 2012

Guardian of Celts song




A veces el corazón es sólo un descuido.
¿Por qué me dejaste, amor, tan perdido?
Sí no verte más fuera el único  castigo...
pero tan sólo es la llama que inicia el olvido.

Me ves con los años, corazón en mano,
esta pena, mi amada, no ha sido en vano.
El reloj congeló los sueños templados,
en la sala de espera de algún reliquiario.

Fue tu alma un disparo en bala perdida
y la única aguja que henebra mi herida
programaba mi aliento en las noches prohibidas
con un desaliento de dama cohibida.

Los pasos borrados por huellas ajenas,
camino desorientado buscando la arena
cambio todo lo que tengo por estar con ella,
¿compras mi pena, tú, mi estrella?






Las cartas del silencio



Una vieja caja negra se escondía debajo de la cama de Agatha Rogers. A pesar de sus años, aquella caja era cuidada con todo el esmero y el tiempo que aquella anciana podía darle. Dentro guardaba ordenadas todas las cartas que su marido le había escrito desde que se conocieron. Ahora, y siempre que tenía un rato, se sentaba, abría la caja y paseaba sus dedos por las líneas de aquellas hojas que le traían tantos recuerdos.
Aún rememoraba como se conocieron. Ella trabajaba en un pequeño bar/restaurante donde servían una variedad de palitos de cangrejo que no se encontraban fácilmente en cualquier otro bar de la zona. Henry llegaba, se sentaba y pedía una copa. Luego, buscaba cualquier excusa para entretenerla a su lado. Desde luego, la primera impresión que le causó a Agatha fue que, o aquel hombre era muy charlatán o tenía muchas cosas que contar. Le hacía muchas preguntar, que ella declinaba con simples monosílabos. "No eres de muchas palabras, ¿eh? No importa. Hablaré yo por los dos" fue lo que le dijo. Y comenzó a hablarle de lo que más le gustaba: la pintura. A pesar de ser un soldado, le encantaba pasar su tiempo dibujando y se le daba muy bien. Pasados los días, él trataba de invitarla a bailar, pero ello se negaba siempre. Una mañana, Ágatha estaba en el jardín de su casa cuando llegó Henry. No se sabe cómo había averiguado dónde vivía, pero venía para despedirse. Se iba a la guerra. Agatha sólo tensó los labios. Le preguntó, casi susurrando: "¿Qué pasará si no vuelves?" y como respuesta, él le dio su cuaderno de dibujo."Es una deuda. Tendré que volver si quiero recuperar mi cuaderno".Y en medio del jardín, se dieron su primer beso. Después de aquello, fueron años tras años de cartas.

<<Mi querida Ágatha, el tiempo es frío y en un día como hoy, es cuando más echo de menos un abrazo tuyo...>>

Las cartas se hacían cada vez más cortas como un presagio de lo que ella encontraría cuando el volviera. En efecto, los horrores de la guerra volvieron a Henry un hombre callado, distraído. Se casaron en una pequeña iglesia, sólo ellos dos y los testigos. No necesitaban a nadie más. Con el paso de los años, su marido se encerraba más en su mundo. Pasaba tiempo en el sótano, dibujando o arreglando pequeñas piezas del coche  y a penas veía la luz del sol. Era casi como estar con un fantasma, un espectro de la guerra. Agatha sentía no poder ayudar a su marido, así que retomaron la vieja costumbre de las cartas y así, él le escribía y las dejaba donde ella menos lo esperaba. A veces, las pasaba por debajo de la puerta, otras veces en el tocador, entre las flores... y así ella evitaba  perder a su marido. Ganando la batalla al tiempo, envejecieron juntos y ahora, frente a sus cartas nota un pedazo de él en cada una de ellas. Después de leerlas, las vuelve a guardar, ordenadas y con cuidado, como si fueran su mayor secreto, y vuelve al salón. Apoya la cabeza en el hombro de su marido y piensa que quizá las cartas contarán su historia a aquel que quiera leerla... cuando ellos ya no estén.